jueves, 2 de septiembre de 2010

Curiosidades Lingüísticas

Lejos de ser un lingüista, siempre me sentí atraído por las culturas en general y los lenguajes en particular. Y cuanto más distantes del español, mejor. Así, durante años estuve intentando bucear, con escaso o nulo éxito, en el ruso, el uzbeko y un poco más acá en el tiempo, en el turco.

Algunas de las curiosidades que encontré, entre tantas, es que los uzbekos siempre especifican el tipo de parentesco que mantienen con sus familiares, añadiendo el “por parte de madre” o “por parte de padre” cuando se refieren a tíos, primos, cuñados, etc. En realidad, no es una “añadidura”, sino que se usan palabras totalmente diferentes: Del mismo modo en que nosotros diferenciamos por sexo (tío/a, primo/a), ellos usan palabras diferentes que, además de diferenciar sexo, diferencian la rama de patri/matrilineal del parentesco. Así, “xola” significa tía por parte de la madre, mientras que “amma” será tía por parte del padre, “tog’o” será tío por parte de madre y “amaki”, tío por parte del padre. No existe ningua palabra que aglutine tíos y tías a secas, y sospecho que ésto puede obedecer a que en el contexto ancestral en el que se desarrolló este lenguaje, no “valía” lo mismo ser primo por parte de madre que por parte de padre en el tratamiento diario. Pero ésto es sólo una hipótesis.

Otra de las curiosidades que observé, es que si bien en el lenguaje escrito utilizan el “?” final para hacer una pregunta, en el lenguaje oral no lo necesitan, ya que en vez de cambiar la entonación al final de la frase, como lo hacemos nosotros, ellos entonan parejo toda la frase (como si fuera una afirmación), y le agregan el sufijo “mi” al final para significar “te lo estoy preguntando”. Pero todo sin cambiar la entonación al final de la frase.

Una excepción a la ubicación final de este “signo de pregunta” es el elemental ¿Cómo está usted?, que ellos aglutinan en una palabra única “Yajsimisiz” entonado como afirmación: “Yaj” = Cómo; “si” = está; “mi” = signo de pregunta; “siz” = Usted.

Recordemos que los lenguajes de origen uralo-altaicos (incluido el turco y turcomanos) son en su mayoría aglutinantes como el alemán, es decir, arman una “palabra” en base a una raíz a la que van “adornando” con diversos sufijos, infijos y prefijos. “Sharq Taronalari” es un festival que se desarrolla todos los años impares en Samarcanda al que fui invitado (como espectador, obvio), y significa “Ritmos del Este” o “Ritmos de Oriente”. Aquí, el “armado” es el siguiente: “Sharq” = Este (u Oriente); “Tarona” = Ritmos y “lari” (igual que en el turco), “del” o “de los”. En realidad, el sufijo “lari” se aplica al plural (Ritmos), mientras que se utiliza “lar” para el singular (ritmo).

Según este muy interesante artículo sobre el tema (en inglés), hay muchísimas curiosidades por el estilo en los más extraños lenguajes que se hablan en el planeta. O no tan remotos: El alemán, por ejemplo, tiene el género de los objetos inanimados prácticamente invertidos respecto del español, mientras que el inglés utiliza el neutro “it” para los objetos inanimados, y el ruso carece de artículo, que en español determina (y/o refuerza de modo redundante) el género y número del sustantivo. El ruso también asigna sexo a los objetos inanimados, pero sin necesidad de que género y número coincidan con el (inexistente) artículo. Es un idioma extremadamente complejo, pero al menos no por esta razón.

Pero vayamos a lo realmente curioso: En buena parte de los lenguajes “menos raros”, la ubicación de un objeto se determina con relación a uno mismo, de un modo egocéntrico. Así, algo estará a la izquierda, a la derecha, adelante o atrás de un sujeto. Sin embargo, éste no es necesariamente el modo en que lo ven otras culturas. Así, y aunque la teoría etnolingüística Benjamin Lee Whorf haya sido desmentida repetidamente por los que saben, ¿Qué podríamos decir de los que hablan Guugu Yimithirr? El Guugu Yimithirr es un lenguaje hablado por aborígenes del norte de Queensland, Australia, que no se orientan por el izquierda, derecha, adelante o atrás, sino exclusivamente a través de los puntos cardinales.

Aparentemente, tienen tan incorporada la ubicación espacial a través de estas coordenadas, que no se pierden ni despiertos ni dormidos, estén en su casa, en su barrio, buceando en los arrecifes o en cualquier ciudad de mundo, con sol, sin sol, con la luz encendida o apagada, o bajo cualquier circunstancia, según afirma Guy Deutscher, el autor del artículo citado arriba. Son un GPS viviente.

Y forzosamente, este modo de relacionarse con el mundo circundante, debería tener un correlato con su percepción del mismo. Así, si yo me encuentro en un hotel y un Guugu Yimithirr parlante se encuentra en una habitación idéntica enfrente de la mía, si yo voy a su habitación veré la misma habitación que la mía, mientras que si él visita la mía, “percibirá” algo totalmente distinto: La ventana que en su habitación daba al norte, en la mía la verá al sur, el teléfono que en su habitación estaba al oeste, en la mía lo verá al este, y así. ¿Ambos vemos lo mismo? Aparentemente no.

Los Guugu Yimithirr no son los únicos en el mundo en ver las cosas de este modo, ya que esta forma de relacionarse con el entorno a través del lenguaje no es exclusiva: De la Polinesia a algunas tribus de México, de Namibia a Bali, muchos lebguajes adoptan este modo de referenciación, según cuenta el autor.

El chino, por su parte y según señala el artículo, no distingue específicamente el tiempo en el que transcurre una acción, ya que la misma forma verbal se aplica para cosas del pasado, presente y futuro. Naturalmente, tienen cómo especificar la cronología de los sucesos si alguien se lo pregunta, pero no están forzados por el lenguaje para hacerlo. Tal obligación es requerida en nuestro idioma, bajo la forma de “corrí, corro, correré” por el que debemos optar sin alternativas al expresarnos.

Este modo de expresarse (hipotetizo) y percibir la temporalidad de los actos, debería tener que ver con la “paciencia china”? ¿Con la “China milenaria”? Con que los supermercados chinos estén abiertos a cualquier hora? Preguntas y más preguntas que seguramente se habrá hecho Whorf en su momento.

Otra particularidad lingüística, según Deutscher, es la del lenguaje hablado por los Matsés (o Mayoruna), una etnia que se encuentra distribuida por el oriente del Perú, norte de Bolivia y oeste de Brasil. Es una lengua de la familia Panonana, a la que pertenecen también el Toba, Mataco, Mocoví y Pilagá, entre otras.

Siempre según el autor, el lenguaje de los Matsé los obliga a especificar de qué modo uno toma conocimiento de lo que afirma. Así, en español uno puede decir “Por aquí pasó un animal”, sin estar forzado por el idioma a decir que lo afirma porque lo vio personalmente (experiencia), porque vio sus huellas (inferencia), porque habitualmente pasan animales por ese lugar (conjetura) o por rumores. Si a una afirmación se le asigna el modo incorrecto, asumen que es mentira.

De este modo, ningún Matsé le dirá “Tengo tres hijos” a menos que los tres estén presentes y a la vista en el momento de hacer una afirmación. Caso contrario, le dirá, en tiempo pasado, “Yo tenía tres hijos la última vez que los vi (juntos)”. Infiero que si hay sólo dos en el momento de decirlo, y un tercero se encuentra ausente, armará algún pastiche en Matsé que signifique éso, con las inflexiones correspondientes respecto de experiencia, inferencia, conjetura y/o rumor en que se basan sus dichos.

Alguna vez seguramente agregaré algo sobre los otros idiomas que experimenté personalmente un poco más a fondo, pero por ahora, con dos A4 es suficiente.

6 comentarios:

Ricardo dijo...

Muy interesante.

MC dijo...

Creo que es Martinet que definió a la lengua como una particular forma de organizar la experiencia.

MC dijo...

Ah! y me olvidaba, muy interesante el artículo.

Eduardo Real dijo...

MC: Excelente definición.

Luis Quijote dijo...

"Nunca te irás a la cama sin haber aprendido algo nuevo" según la sabiduría popular.

¡Maravilloso!...
Ésto cubrió mi cuota diaria. Ya puedo ir a dormir.

CASPA DE MALDITOS dijo...

Muy bueno Edu! gran post