sábado, 3 de abril de 2010

Las Fátimas – Parte I

La foto que recorre el mundo: Dzhennet Abdurakhmanova, quien se habría detonado en la estación de Metro de Lubyanka, junto a su marido muerto Umalat Magomedov

Por Eduardo Real

Así llaman genéricamente los rusos a las mujeres de origen musulmán. Por extensión, a las también conocidas como “Viudas del Cáucaso” o “Viudas Negras”, las viudas de los mujaidines inmolados en aras del separatismo del Cáucaso Norte.

Fátima es un término claramente peyorativo y discriminatorio que la cultura rusa utiliza para designarlas, en alusión a un nombre propio muy frecuente en el mundo islámico. Tiene la potencia xenofóbica que en Argentina podrían contener los términos “Bolita” o “Paragua”, o “Sudaca” en Europa.

Si bien hace ya muchos años que vengo estudiando y analizando el espacio post – soviético, recien allá por setiembre del 2004 tomé nota concreta de la existencia de “Las Fátimas”. De hecho, un amigo uzbeko me había invitado a su propio casamiento en la mítica Samarcanda, la de la Ruta de la Seda. Había planeado un viaje nada convencional y bastante complejo para llegar a la región históricamente conocida por los griegos como Sogdiana (o Transoxiana) del Asia Central, via Moscú.

Veinte días antes de iniciar el viaje, dos aviones que habían partido del mismo aeropuerto moscovita de Domodedovo que debía utilizar para completar el tramo a Uzbékistan explotaron en el aire con pocas horas de diferencia entre sí sobre el Mar Caspio. Las Fatimas, escuché decir. Viaje cancelado.

Para que se comprenda mejor el tablero general sobre el que se desarrolla el conflicto del Cáucaso, debo confesar que llegué a dos conclusiones bastante tardías, aunque a muchos les puedan resultar más que evidentes:

La primera conclusión es que no hay un imperio, sino (al menos) dos. Uno es el que ya conocemos aquí. El otro es Rusia. ¿La Guerra Fría? Sí, tal cual. La Guerra Fría que nos habían contado que había concluido en 1989 con la caída del Muro de Berlín, o en 1991 con la implosión de la Unión Soviética y “La Muerte de las Ideologías” de Fukuyama.

La segunda conclusión, es que como en casi todas las guerras, en ésta no hay buenos y malos como suele martillarnos permanentemente Hollywood, sino malos y peores, intercambiando permanentemente su rol.

El trato que recibieron siempre las ex - repúblicas soviéticas y sus poblaciones nativas por parte de los colonizadores rusos es el de una colonia del Imperio. Para ponerlo en términos locales, tanto los habitantes de las repúblicas del Cáucaso Norte cuanto los del Asia Central son los “cabecitas negras” de los rusos.

Si queremos tornarlo aún más explícito, tomaré prestado un término que usaba mi amigo Temur para describir la tensión inter – étnica: Ellos son los “Culos Negros” de los rusos que colonizan Uzbékistan y el resto de las ex – repúblicas soviéticas. El mismo trato que reciben los Palestinos (Los “Arabes Sin Petróleo”) dentro del mundo de árabes nuevos ricos, aún cuando los primeros no estén colonizados por los segundos. El desprecio hacia un “inferior”.

Todas estas repúblicas del sur de la ex – URSS y norte del Cáucaso son de origen musulmán. Pero a diferencia de los cinco “stanes” (Uzbékistan, Tajikistan, Kyrgyzstan, Turkmenistan y Kazajstan, también conocidas despectivamente como el “Turkestán Ruso”), en el que predomina el sunnismo laico o secular, las tres repúblicas del Cáucaso Norte separatistas, Chechenia (o Ichkeria, como ellos la denominan), Ingushetia y Dagestan, predomina el sunnismo wahhabí, es decir, la más ortodoxa de las versiones del Islam, cuyo epicentro religioso se ubica en Arabia Saudita.

Y a diferencia de los cinco países del Asia Central que se separaron de la URSS en 1991, con breves intermitencias las tres repúblicas separatistas del Cáucaso quedaron dentro del mapa de lo que habitualmente conocemos como Rusia, pero que en rigor se trata de la Federación Rusa.

Esta diferencia entre los términos “Rusia” y “Federación Rusa” no es meramente semántica: Dentro de lo que conocemos habitualmente como “Rusia”, los territorios que tienen el status de “República” tienen una serie de prerrogativas por sobre los “Oblast” y las “Regiones Autónomas”. Entre estas prerrogativas, la de tener como idioma oficial su propio idioma local, para nada emparentado con el ruso aún cuando se escriba con caracteres cirílicos. En sentido contrario, y a contramano de su declamado carácter federal, desde el gobierno de Putin en adelante su gobernador ya no es electo localmente, sino que es designado por el gobierno central.

En alguna medida, y con el ánimo de tornarlo más didáctico para el lector occidental, son lo que el País Vasco y Cataluña a España o Irlanda a Gran Bretaña. Es decir, culturas absolutamente diferenciadas del todo que, se dice, les dicen, forman parte.

Y del mismo modo en que el País Vasco separatista tiene a la ETA como brazo armado, el Cáucaso Norte tiene a sus Mujaidines. Más adelante hablaremos de Dzhokhar Dudáyev, Aslan Maskhadov y de su comandante de campo, Shamil Basayev (también conocido por su alias como Shamil Abu Idris), ambos muertos o asesinados, según se lo quiera ver, en la actualidad. También hablaremos de uno de sus sobrevivientes, el hoy “Bin Laden” de los rusos, Dokka Umarov (o Abu Usman), y del delegado personal de Putin en el Cáucaso, Ramzan Kadyrov, cuyos crímenes denunciara repetidamente la periodista asesinada Anna Politkóvskaya, y, más recientemente, la también asesinada Natalia Estemirova.



Video producido por el Kavkaz Center, perteneciente al grupo que acaba de atribuirse los atentados de las estaciones de Lubyanka y Park Kultury en Moscú y Dagestan.

Como dato anecdótico o no tanto, según se lo mire, Politkóvskaya fue asesinada un 7 de octubre, el día del cumpleaños de Putin. Según las malas lenguas, interesados en ligar el asesinato de Politkóvskaya con una orden directa de Putin hablan de un “regalo de cumpleaños” para el nuevo Zar. Sea cierta o no esta vinculación, lo cierto es que su asesinato no fue esclarecido hasta la fecha, y que Polikóvskaya era implacable en su denuncia contra los crímenes de Kadyrov, es decir, de Putin.



Video de una entrevista con Anna Politkóvskaya, en la que se muestran imágenes de la destrucción de Grozny por parte del ejército ruso. Tenga presente que videos como éste se utilizan con frecuencia como propaganda. Nadie suele ser neutro en lo que dice o muestra en estos casos.

Hablaremos también del grupo comandado en su momento por Shamil Basayev, la Brigada de Mártires de Reconocimiento y Sabotaje “Riyad as-Salihin”, el equivalente a Al Qaeda para los rusos, que con otro nombre o ninguno hoy se adjudica los atentados a las estaciones de Metro de Lubyanka y Park Kultury a través de “Las Fátimas”.



Video producido por el Kavkaz Center, perteneciente al grupo que acaba de atribuirse los atentados de las estaciones de Lubyanka y Park Kultury en Moscú y Dagestan

Por el momento baste recordar que esta brigada que actualmente se atribuye los atentados de Moscú y Dagestan, es la que inició la toma de rehenes en la escuela Nº 1 de Beslan, en Osetia del Norte, y de la toma de rehenes del Teatro Dubrovka de Moscú en octubre del 2002. Recordemos asimismo el método empleado por Vladimir Putin para recuperarlas: A sangre y gas letal en el Dubrovka, a sangre y fuego en Beslan, con más víctimas entre los rehenes que entre los secuestradores en ambos casos.

La Rama Afgana de los Mujaidines del Cáucaso

Aunque suene extraño al escucharlo por primera vez, esta “Brigada de Mártires” que integran las “Viudas Negras” o “Las Fátimas” fueron apoyadas por USA a través de sus habituales “Organizaciones de Luchadores por la Libertad”, tales como el Comité Americano por la Paz en el Cáucaso de Brzezinski y Alexander Haig (h) (ACPC por sus siglas en inglés, es decir, la Freedom House, es decir de nuevo, la CIA), así como la famosa National Endowment for Democracy (NED 3) que esponsorea en Argentina, entre otros, al periodismo independiente de FOPEA, Poder Ciudadano, la Red de Acción Política, el CIPPEC, etc. Otros socios en el asunto eran la OSCE, la OSI de Soros, el comando Tryzub de los nacionalistas ucranianos de Stepan Bandera (hoy devenido en héroe nacional de Ucrania), etc. Desde ya, el núcleo religioso (y muy probablemente logístico/monetario) fundamental sobre el que se apoya esta Brigada de Mártires reside en el wahhabismo Saudí y en los Emiratos Arabes Unidos. Este tema lo he tratado con más profundidad hace algún tiempo en mi blog en inglés, aquí y aquí.

Visto desde el presente, que el Imperio Occidental que encabeza Estados Unidos ayude a los Mujaidines del Cáucaso que quieren abandonar al Imperio Oriental Ruso suena raro sólo si uno no escuchó nunca hablar sobre la asociación existente entre Estados Unidos y sus (hoy devenido en enemigos) Taliban en los años 80 en Afganistan.

Por supuesto, no se los conocía por entonces con el nombre de Taliban en el escenario Afgano, invadido por la entonces Unión Soviética. Tampoco Bin Laden era su enemigo máximo, sino más bien un mujaidin árabe aliado (conocido en aquellos días como Tim Osman) que jugaba un papel muy menor en el tablero geopolítico diseñado por el “Kissinger de los Demócratas”, Zbgniew Brzezinski, para distraer a los soviéticos en un frente absurdo, mientras Estados Unidos avanzaba sobre el Medio Oriente.

Nunca soñó Brzezinski con derrumbar a la Unión Soviética con este plan, según confesó años más tarde al semanario Le Nouvelle Informateur. Apenas si aspiraba a distraer sus fuerzas en un frente sin sentido.



He aquí al hoy redivivo Brzezinski en el Pakistan de General Zia Ul-Haq, año 1979, alentando a los mujaidines del Hindu Kush para empantanar a los soviéticos con el frente afgano: “Vuestra guerra es justa”, “Dios está de su lado”.

Otro personaje de incuestionable relevancia en esta operación es el por entonces director de la CIA y actual Secretario de Defensa de Obama (y anteriormente de Bush), Robert Gates, quien financió a los mujaidines afganos a través del ISI pakistaní. Luego del estado público que tomó el escándalo Irán-Contras, tomamos conocimiento de los métodos “poco ortodoxos” que utiliza la CIA para fondearse. En el caso de los mujaidines afganos, estos fondos fueron provistos, entre otros, por un querido amigo del Tacho Somoza, el Demócrata por Texas Charlie Wilson, mientras la CIA ponía en el terreno operativo como enlace con el ISI a Gust Avrakotos.

Es decir, los personajes externos de entonces en Afganistán son los mismos de ahora en el Cáucaso. Los escenarios cambian, los personajes y sus intereses, no.

Luego de la retirada soviética de Afganistán en 1989, el gobierno de Kabul encabezado en su último tramo por Mohammed Najibullah, se mantiene aún por otros siete años adicionales, hasta que es derrocado y ejecutado por los Taliban en las calles de Kabul en 1996. Circula por la red una fotografía horrenda de este hecho, en el que Najibullah y su hermano son colgados de una grúa por las calles de Kabul.

Si uno tiene presente estas fechas (1989 y 1996), resulta por lo menos difícil atribuirle a Najibullah el tan mentado mote de “Títere de Moscú” que le endilga el cualunquismo periodístico occidental en coincidencia con los Taliban. Sencillamente, porque el titiritero no sólo ya se había retirado del terreno en 1989 y en el mismo año había caído el Muro de Berlín, sino porque en 1991 (cinco años antes de la caída de Kabul en manos Tliban) el titiritero sencillamente se desplomó. Y es muy difícil ser títere con el titiritero muerto.

La Primera Batalla de Chechenia

Pero volvamos ahora al Cáucaso Norte y su Brigada de Mártires. Muchos de los mujaidines de Brzezinski y Gates empleados en los ’80 para empantanar a los soviéticos en Afganistán, aparecieron pocos años mas tarde para librar otra jihad contra los rusos, pero esta vez en Chechenia.

En 1991 cae formalmente la URSS y Chechenia declara su independencia bajo el mando de Dzhokhar Dudáyev. Unicamente Georgia, cuna de Stalin y simultaneamente enemigo declarado de Rusia, reconoce al nuevo país. Yeltsin manda tropas a la región a los efectos de retomar su control, pero en un episodio casi cómico, las tropas enviadas por Yeltsin para controlar la situación no logran ni siquiera abandonar el aeropuerto de Grozny al que habían arribado, siendo rechazadas por las fuerzas al mando de Dudáyev.

La extrema debilidad del ex imperio y su anquilosado ejército se expone impúdicamente en este episodio bizarro, quizás de un modo más patético del que debió soportar cuatro años antes, cuando en 1987 el piloto aficcionado alemán Matías Rust aterriza un Cessna en plena Plaza Roja procedente de Finlandia, sin ser siquiera molestado por los interceptores rusos, y aún cuando los radares lo habían reportado en varias oportunidades.

Años más tarde, a finales de 1994, la orgía neocon en la que Yeltsin se encuentra inmerso le hace pensar tal vez que ahora sí era el momento de retomar las riendas del Cáucaso Norte y comienza el bombardeo al aeropuerto de Grozny hasta prácticamente tomar el control de la ciudad. Dudáyev se refugia junto a sus comandos en Vedeno, la antigua capital chechena, para organizar la resistencia.

Uno de los que combatió a los Rusos en una jihad sin cuartel fue Akhmad Kadyrov, el padre de Ramzan Kadyrov, quien hoy pelea pero en el sentido exactamente opuesto y a las órdenes de Putin. Las vueltas de la vida. El hoy gobernador de Chechenia, Ramzan Kadyrov, aplica punto por punto lo que nosotros conocimos aquí como la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, es decir, la doctrina del enemigo interno que utilizó inicialmente Mao y luego emplearon los franceses en Indochina primero y en Argelia después.

Un cementerio checheno cercano al barrio de Shatoi, Grozny.
Observe la badera turánida en los particulares mástiles decorados en la que se monta.
Foto cortesía de Davide Monteleone.

Para 1996 Grozny se encontraba prácticamente en ruinas y a punto de caer en manos rusas. Para colmo, en abril de 1996, Dudáyev es muerto por dos misiles rusos que interceptan una llamada de su celular y se dirigen hacia él. El control pasa entonces a uno de sus lugartenientes, Shamil Basayev y a quien lo terminaría sucediendo luego, en las elecciones de 1997, Aslan Mashkadov.

Destruidos y acorralados como estaban, sin embargo, y en una operación que aún hoy ningún estratega logra comprender, los tanques rusos son llevados por los rebeldes chechenos a una emboscada por las calles de Grozny. El tanque que encabeza la columna es destruido por las tropas chechenas y el convoy de tanques que lo sigue se encuentra repentinamente atrapado en un callejón sin salida. El convoy es destruido por completo y las tropas rusas se rinden.


He aquí algunas imágenes de ese combate, de autor desconocido, en el que se muestran las imágenes previas a la derrota rusa, el fuego de artillería, la destrucción general de Grozny, la columna de tanques rusos encerradas en la trampa, la rendición de las tropas rusas, un soldado ruso rendido al que le hecen gritar "Alluh Akhbar" (Dios es Grande), y finalmente la bandera chechena triunfante saliendo del Parlamento.

La derrota rusa muestra una impotencia que no se puede ocultar: Una nación bastante mas chica que Tucumán, y prácticamente con su misma población, pone de rodillas al otrora arrogante imperio ruso. Casi, casi, el mismo espectáculo al que asistimos hoy en día en Afganistán, con un gigante bobo y criminal que en ocho años no puede vencer a sus otrora aliados Taliban, armados apenas poco más que como guerreros de la edad de piedra.

(Continuará)

1 comentario:

Diego Quiles dijo...

muy bueno, espero la segunda parte